miércoles, 20 de mayo de 2015

Por el reconocimiento de las compañeras cocineras de los comedores

Un reclamo justo
Por el reconocimiento de
las compañeras cocineras
de los comedores




Hace más de un mes arrancamos la lucha por el reconocimiento de las compañeras cocineras de los comedores. Su noble labor de cocinar a cientos de niños y ancianos -de lunes a viernes- no es valorada por el Estado, eso quiere de decir, que muy pocas de ellas perciben un salario que además es extremadamente bajo y hay otras que lo único que reciben es un plato de comida para ellas y sus niños.
Las cocineras trabajan desde tempranas horas de la mañana, suele ser a las siete, un poco antes o un poco después, depende del menú del día. Muchas veces la jornada termina a las quince horas. Los menú son diversos, siempre buscando un equilibrio entre alimentos nutricionales y una comida sabrosa.
Lo poco que reciben de salario, en cantidad de plata y de personas, fue conquistado a fuerza de movilización, tomas, cortes, de innumerables luchas. Pero los inicios de los comedores que se remontan a los últimos años de menemismo o del gobierno de la Alianza, con el epicentro del año 2002 con la devaluación duhaldista que empujó al 50 por ciento de la población a vivir bajo la línea de pobreza, fue para resolver fue el hambre que golpeaba sin piedad. En esos años, los comedores surgieron como hongos en distintos barrios y asentamientos y los que ya existían fueron desbordados.


Muchos comedores en sus inicios fueron ollas populares calentadas a leña con un toldito, hoy son establecimientos que ofrecen, además de la comida, talleres, cursos, servicio de guardería, charlas y se hacen fiestas; fueron institucionalizándose y logrando –con la lucha- financiamiento, mejoramiento en la calidad nutricional y la infraestructura.
Ya han pasado aproximadamente más de catorce años para algunas compañeras y las que cobran un sueldo no supera los cuatro mil pesos, las mismas son un minoría, otras no llegan a los mil pesos y otras nada todavía.
Las compañeras cocinan siempre si o si, más allá de las inclemencias climáticas, la falta de gas, o de cualquier cosa. Algunas cocineras viajan desde sus casas que quedan en una punta de la ciudad y el comedor en la otra punta. Asimismo, parte de la tarea de cocinar es buscar la materia prima en las carnicerías que también quedan muy alejadas de su lugar de trabajo. Muchas veces su labor es heroica.
Por eso, es más que justo la lucha que llevamos adelante por el reconocimiento como un trabajo y por el cual percibir un salario digno; gracias a ellas, miles y miles de niños han escapado de la desnutrición pero también del abandono, de la droga, la delincuencia y otros flagelos sociales.
Esperamos el justo reclamo sea “escuchado” por el gobierno.

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